La trufa negra, melanosporum, revela todo su poder cuando se utiliza con delicadeza. Rallada sobre huevos revueltos, deslizada en foie gras o colocada sobre una rebanada de pan Croustilot caliente, encanta sin artificios.
Combina a la perfección con un vino tinto bien estructurado, que acompaña sin dominar sus aromas. Símbolo de elegancia y rareza, la trufa negra es una joya culinaria que debe saborearse con sencillez y respeto.
Consejo para una preparación aún más aromática de sus huevos revueltos: coloque la trufa en un recipiente hermético con los huevos la víspera: la cáscara, naturalmente porosa, permitirá que se impregne todo su aroma.